Mi nombre es Esmeralda Herrera Ramos y esta es la historia de mi hija, una niña de 7 años que fue diagnosticada con autismo cuando apenas tenía 3.
Durante mucho tiempo, viví en una constante angustia. Mi niña estaba muy alterada, no dormía bien, todo le molestaba, y lo más doloroso: había comenzado a lastimarse a sí misma. Como madre, no hay palabras para describir la impotencia que se siente al ver a tu hija así, sin saber cómo ayudarla realmente.
Estuvo en tratamiento médico con pastillas. Al principio, sí vimos un cambio, pero hace poco simplemente dejó de tolerarlas. Cada vez que intentábamos darle su medicamento, lo vomitaba. Ya no lo quería, y yo… yo me sentía al borde del colapso.
Fue entonces cuando escuché a unas personas hablar de la terapia de Biocuántica Energética Aplicada. Compartían sus experiencias, sus cambios… y algo dentro de mí me dijo que ahí podía haber una luz. Fui con mucha fe, confiando en que esa sería la ayuda que tanto había buscado para que mi niña pudiera sentirse bien.
La primera sesión fue algo que jamás olvidaré. Cuando salimos del consultorio mi hija me dijo: “Mami, sentí algo muy bonito”. Con solo esas palabras, supe que algo estaba cambiando.
Desde entonces, mi niña empezó a dormir más, a comer mejor, a hacer más preguntas, ¡incluso a pedir salir de casa! Antes no quería salir por nada del mundo, y ahora ella misma nos dice que quiere ir a pasear. Escucha música —algo que antes no toleraba— y se ve más alegre, más despierta.
Hoy, ya entabla pequeñas conversaciones con nosotros, pide cosas, nos presta atención, y ha empezado a mostrar interés por aprender. Mis familiares lo han notado también: me dicen que la ven más atenta, más feliz, incluso más llenita de energía y de vida.
Para mí y para mi esposo, verla así lo es todo. Sentimos que poco a poco estamos recuperando a nuestra hija. BEA llegó justo cuando más lo necesitábamos, y no tengo palabras para agradecer eso.
Si tú, como mamá o papá, estás pasando por algo parecido, solo puedo decirte que no te rindas. Que busques ayuda, que no dejes de creer en la sanación de tus hijos. Ellos son tan inteligentes, tan valiosos, solo necesitan nuestro apoyo y las herramientas adecuadas. Nosotros no somos eternos… pero podemos hacer mucho por ellos hoy.
BEA ha sido una bendición para mi hija. Y desde lo más profundo de mi corazón, lo recomiendo. Ten fe, confía, y haz todo lo que esté en tus manos por ver a tu hijo brillar.
